Thursday, October 1, 2015

EL MAR DEL EMBARAZO

Estar embarazada, ni como descifrarlo, desmenuzarlo, recontruirlo.  Es complejo como un mar de oleajes turbios que desnudan nuestro instinto maternal de manera suave y violenta simultaneamente. Es espuma que se diluye sobre la arena como noche en calma, es serenidad y brote de lumniniscencia que turba de amor el alma.
Aquella primera noticia nos resquebraja la ficticia estabilidad en la que creemos navegar, momento decorado de sonrisa incierta, como marejada que nos inunda de alegría,de incertidumbre y de amor.
Y de ahí, parte el  continuo rompimiento de las olas en un atardecer pintado en tonos pastel durante los meses de gestación, a veces acompañado de ternura, a veces de miedo, de besos y abrazos retenidos hasta el nacimiento, de emociones que revolotean en cada rincón de la consciencia que se va contruyendo como madre, como nueva mujer que renace desde el vientre para convertirnos en eso que no sabemos que somos, que nos devuelve al sentido puro de ser, de generar, de convertir nuestro ser en el otro. 
Las emociones que se apilan en el corazón durante la creación del nuevo ser se vuelven interminables, expanden cada sentimiento, cada milímetro de consciencia, se convierten en la oportunidad perfecta para decodificar nuestra claves pendientes, para reconstruir nuestra vida, para reescribir nuestra historia, para descifrarnos.     
Todo llega de un vuelco que revienta el día del nacimiento, y deja en calma el agua de vida que flota en nosotras, en cada recoveco del alma. Y la dicha es infinita cuando al tenerlo ahí, adherido a nuestros brazos, podemos entregarle la totalidad de lo que somos. Porque ese pequeño ser llega a revolucionarnos la vida, nos matiza los días, nos devuelve como un bálsamo a lo esencial, a lo intinseco y elemental, al amor en mil tonalidades, al amor absoluto, al amor que ilumina eternamente, al amor profundo como el mar.